La tortuga y el conejo que aprendio a respetar
Martín era un conejo al que le encantaban las carreras de auto, se había pasado la vida entera entrenando para ser el más rápido y ganar fama y el aprecio de todo su pueblo, soñaba con salir en la televisión como uno de los grandes campeones de carreras, en primera posición recogiendo su trofeo.
Todos esos deseos estaban realmente bien, sin embargo en todos estos años Martín había olvidado muchas cosas indispensables como el respeto al resto de personas
que había en su entorno. Cuando se subía a su coche, las ganas de ganar
y de ser el más rápido hacían que se olvidase de todo lo demás; a
menudo destrozaba las tiendecitas de sus vecinos y una vez por poco
atropella a un patito que venía del colegio. La gente del pueblo estaba
muy enfadada con él, además de que estaban atemorizados por poder ser
víctimas de Martín en su auto.
Ante esta situación los habitantes del pueblo decidieron hacer algo para poner remedio y hacer recapacitar a Martín sobre el daño que
estaba causando; así que a uno de los vecinos se le ocurrió crear una
carrera donde él pudiese participar, pero con una norma: cada vez que un
participante rompiese algo debía volver atrás y empezar de cero. La
mayoría de gente no tenía auto, de hecho solo Martín y la tortuga Clara tenían uno, así que fueron los únicos que pudieron participar.
A
la mañana siguiente tuvo lugar la carrera y cuando se dio el
pistoletazo de salida Martín y Clara salieron de la línea de inicio.
Martín iba ganando, era el más rápido de los dos pero por desgracia
chocó contra una floristería y tuvo que volver a empezar. Clara era un
poco lenta pero iba con mucho cuidado, y mientras Martín debía empezar
una y otra vez, clara iba progresando lentamente. Finalmente la tortuga
Clara ganó la carrera, ya que Martín cegado por las ansias de ganar no
respetaba las normas. Martín se sintió fatal al ver que después de su
esfuerzo había perdido la carrera por fijarse solo y únicamente en ganar
sin tener en cuenta a los demás y para colmo todo su auto quedó
rallado, aunque gracias a que tenía su seguro de auto pudo arreglarlo.
Es muy importante recordar que debemos tener siempre en cuenta a los demás y respetarlos. Y por mucha prisa que tengamos, debemos hacer bien las cosas respetando las normas.
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